La participación dicen algunos se realiza cada cuatro años dando la ciudadanía un voto para que los ganadores, o no, durante los 4 siguientes gestionen la ciudad. Es una verdad sin paliativos, aunque la evolución lógica de la democracia en el siglo XXI seria otra bien diferente.
Ciertamente los ciudadanos eligen quien quiere que les gobierne pero la democracia también “evoluciona”. Desde hace algunos años se pide desde la sociedad civil que dejen participar a la ciudadanía durante los 4 años y no cada 4 precisamente para que esta forma de gobernar pueda ser la mejor opción para los ciudadanos.
Mi apuesta de participación es precisamente otra evolución hacia la participación real, no la pantomima actual. Si dejamos al margen los grandes temas de ciudad en los que entiendo que la opción política ganadora tiene toda la legitimidad para hacerla a su gusto, hay aspectos de la vida diaria que si deben ser debatidas en órganos de participación reales.
Por tanto la primera opción después de cada elección sería crear órganos de participación abiertos a quien quiera participar, no crearlos llamando a amiguitos y/o creando cuotas. Quien quiera participar puede hacerlo al margen de si es representante de una entidad o un ciudadano anónimo.
La segunda parte, es obvio, seria que este órgano fuera realmente decisivo en según qué aspectos para evitar precisamente lo que sucede en estos momentos. La motivación actual de los participantes, en los Consell, es nula al ser un espacio informativo donde no se puede modificar ni una coma de lo que ya viene decidido desde la Riera 48. Unos asisten porque quieren saber que se cocina, otros porque si no asiste su “jefe” les pone falta y otros sencillamente van de bulto. Podría poner ejemplos de cada uno de esas “familias”, lo obviare porque todos sabemos quién es quién.
Como decía antes hay temas que desde luego no pueden ser decididos en estor órganos participativos y si en el pleno municipal, es de cajón, pero también lo es que hay muchos aspectos que si deben ser tratados. Pondré un ejemplo; donde el gobierno sitúa un teatro no sería motivo de discusión ya que son aspectos de un proyecto de ciudad en los que los “elegidos” tienen su derecho a decidir.
Pero temas como reurbanización de calles, peatonalización, actuaciones en los parques etc,etc si son cuestiones donde los órganos de participación deberían tener la última palabra o por lo menos se tenga muy en cuenta su opinión.
Citando las dos últimas joyas de la corona en Cerdanyola, Puig I Cadafalch y Ramón Berenguer que vinieron impuestas desde la Riera 48 podríais entenderlo de forma más fácil. Las dos calles son arterias importantes del barrio, es cierto, las dos estaban en una buen estado de salud, firme en buen estado, aceras decentísimas aparcamientos más o menos regulado etc,etc pero un buen día alguien pensó que debían ser reurbanizadas, por tanto venga, a invertir en estas dos calles una millonada.
Pues bien yo creo que ni de lejos eran dos calles que debían ser tratadas antes de muchísimas otras, donde las aceras son la mínima expresión, por decir algo. Existen docenas y docenas de calles que tienen el firme en un estado penoso, por no decir vergonzoso, hay miles de coches que cada día invaden espacio al peatón sin posibilidad de arreglo ni a corto ni a medio plazo atreviéndome a asegurar que incluso ni a largo.
Hay actuaciones urgentes en otros aspectos como puede ser el traslado de la guardería, traslado que no construcción de una nueva. La construcción de aparcamientos provisionales con cara y ojos y no la chapuza del último, frente al D´ara que por no tener no tienen ni una triste farola. La adecuación, no privatizado a amiguetes, de la torre de Can Palauet para el barrio. Un debate serio y riguroso sobre qué hacer en el Sorrall.
En definitiva los ciudadanos no queremos el “oro y el moro”, sabemos que significa la palabra prioridad. Si de verdad existiera un órgano de participación en estos términos os aseguro que funcionaria y sobre todo seria muchísimo más eficaz, incluso para ellos, los políticos claro está.
Por probarlo no perdemos nada, total llevamos perdidos ya muchísimos años con un formato que no funciona por mucho que vendan el producto a otras ciudades como el sumun de la participación.
Ciertamente los ciudadanos eligen quien quiere que les gobierne pero la democracia también “evoluciona”. Desde hace algunos años se pide desde la sociedad civil que dejen participar a la ciudadanía durante los 4 años y no cada 4 precisamente para que esta forma de gobernar pueda ser la mejor opción para los ciudadanos.
Mi apuesta de participación es precisamente otra evolución hacia la participación real, no la pantomima actual. Si dejamos al margen los grandes temas de ciudad en los que entiendo que la opción política ganadora tiene toda la legitimidad para hacerla a su gusto, hay aspectos de la vida diaria que si deben ser debatidas en órganos de participación reales.
Por tanto la primera opción después de cada elección sería crear órganos de participación abiertos a quien quiera participar, no crearlos llamando a amiguitos y/o creando cuotas. Quien quiera participar puede hacerlo al margen de si es representante de una entidad o un ciudadano anónimo.
La segunda parte, es obvio, seria que este órgano fuera realmente decisivo en según qué aspectos para evitar precisamente lo que sucede en estos momentos. La motivación actual de los participantes, en los Consell, es nula al ser un espacio informativo donde no se puede modificar ni una coma de lo que ya viene decidido desde la Riera 48. Unos asisten porque quieren saber que se cocina, otros porque si no asiste su “jefe” les pone falta y otros sencillamente van de bulto. Podría poner ejemplos de cada uno de esas “familias”, lo obviare porque todos sabemos quién es quién.
Como decía antes hay temas que desde luego no pueden ser decididos en estor órganos participativos y si en el pleno municipal, es de cajón, pero también lo es que hay muchos aspectos que si deben ser tratados. Pondré un ejemplo; donde el gobierno sitúa un teatro no sería motivo de discusión ya que son aspectos de un proyecto de ciudad en los que los “elegidos” tienen su derecho a decidir.
Pero temas como reurbanización de calles, peatonalización, actuaciones en los parques etc,etc si son cuestiones donde los órganos de participación deberían tener la última palabra o por lo menos se tenga muy en cuenta su opinión.
Citando las dos últimas joyas de la corona en Cerdanyola, Puig I Cadafalch y Ramón Berenguer que vinieron impuestas desde la Riera 48 podríais entenderlo de forma más fácil. Las dos calles son arterias importantes del barrio, es cierto, las dos estaban en una buen estado de salud, firme en buen estado, aceras decentísimas aparcamientos más o menos regulado etc,etc pero un buen día alguien pensó que debían ser reurbanizadas, por tanto venga, a invertir en estas dos calles una millonada.
Pues bien yo creo que ni de lejos eran dos calles que debían ser tratadas antes de muchísimas otras, donde las aceras son la mínima expresión, por decir algo. Existen docenas y docenas de calles que tienen el firme en un estado penoso, por no decir vergonzoso, hay miles de coches que cada día invaden espacio al peatón sin posibilidad de arreglo ni a corto ni a medio plazo atreviéndome a asegurar que incluso ni a largo.
Hay actuaciones urgentes en otros aspectos como puede ser el traslado de la guardería, traslado que no construcción de una nueva. La construcción de aparcamientos provisionales con cara y ojos y no la chapuza del último, frente al D´ara que por no tener no tienen ni una triste farola. La adecuación, no privatizado a amiguetes, de la torre de Can Palauet para el barrio. Un debate serio y riguroso sobre qué hacer en el Sorrall.
En definitiva los ciudadanos no queremos el “oro y el moro”, sabemos que significa la palabra prioridad. Si de verdad existiera un órgano de participación en estos términos os aseguro que funcionaria y sobre todo seria muchísimo más eficaz, incluso para ellos, los políticos claro está.
Por probarlo no perdemos nada, total llevamos perdidos ya muchísimos años con un formato que no funciona por mucho que vendan el producto a otras ciudades como el sumun de la participación.
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