Ya hablamos aquí, sobre como la falta de titulación, crea el síndrome de la Titulitis, que tanto les conforta. Y como no se cortan hablando en sus blogs, que hoy, han ido a la uni. No la Uni, como les gusta nombrarla y que suena a cursi y a catetos buscando reconocimiento, que usted y yo tenemos en mente. Otras, "Uni", que se dedican a la titulitis. En fin, que he leido no se donde, que a ver como son los datos de los escolares de la Ciudad de este curso escolar, siendo este un tema interseante de conocer.
A ver si nos enteramos de esta información, así que como de momento, estos datos no los tenemos hoy toca exámen antes de las vacaciones estivales, no a los escolares y sí a los mayorcetes en el Ajuntament. Y claro, quien suspenda, vuelve en septiembre, y vuelven todos, jajajaja. Joder, es que se nota y mucho, cuando por ejemplo vemos como se expresa nuestro Alcalde con estudios y ves a algun otro u otra, no todos y sí varios, que no los tienen.
El eterno debate y la confrontación, entre los de Letras y los de Ciencias y desde hoy, entre los de Letras, los de Ciencias y los de un palote, dos palotes, tres..., que Alejo Vidal-Quadras, obvia.
Su tesis, a la que ha tenido acceso El Confidencial Digital, y en la que Vidal-Quadras rinde homenaje al cincuentenario de la publicación del libro ‘Las dos culturas y la revolución científica’, de C. P. Snow, el político y ensayista catalán narra su “experiencia personal en relación a la posible influencia de mi formación y trayectoria previas como investigador en una ciencia de las llamadas “duras” en mi ejecutoria política posterior”, así como sus pensamientos “sobre en qué forma las categorías mentales y los métodos característicos de las ciencias (…) pueden influir en las actitudes y tomas de posición de políticos que proceden de este mundo y no del derecho, de las ciencias sociales, del activismo sindical, de la empresa”.
Así, “Alfredo Pérez Rubalcaba, Jaime Lissavetsky, Javier Solana, Juan Carlos Aparicio, Bernat Soria o yo mismo, debido al bagaje intelectual y ético adquirido durante nuestra etapa académica e investigadora anterior(…), reaccionaríamos o hemos reaccionado de manera distinta a la que mostrarían o han mostrado Federico Trillo, José Mª Aznar, Manolo Pizarro, Jordi Pujol, Leire Pajín, Antonio Gutiérrez, José Bono, Rodrigo Rato o Pepiño Blanco en circunstancias similares”.
Vidal-Quadras se ha encontrado dos problemas frecuentes, a lo largo de su vida política, en políticos “de letras”.
El primero es la dificultad en comprender “los órdenes de magnitud”: “Si en un informe, un preámbulo de una ley o un artículo de prensa se menciona una cantidad referida a demografía, renta per cápita, consumo energético, gasto presupuestario o cualquier variable expresable mediante una cifra, se tragan cualquier número sin proceder a lo que hacemos de manera automática los científicos retirados o en activo, es decir, un rápido cálculo mental para verificar si la información que se nos suministra tiene sentido”.
El segundo problema que ha encontrado Vidal-Quadras en los políticos ‘de letras’ “radica en la comprensión de los conceptos contenidos en una norma o en un dictamen referentes a cuestiones de cierta complejidad tecnológica o científica”.
Vidal-Quadras también sistematiza qué ventajas aporta el perfil científico a la vocación política. Estas ventajas son cuatro, según el político catalán:
-- En primer lugar, “el científico necesita a sus críticos y lo sabe”, ya que, según el principio de falsabilidad de Popper, los avances en ciencia “se basan en el desacuerdo, en el sometimiento de las teorías a la crítica racional”. Así, por ejemplo, “la imagen de una derecha gótica en torno a la cual hay que levantar un cordón sanitario jamás hubiera podido ser formulada por un científico”.
-- En segundo lugar, “los científicos respetan el principio del racionalismo crítico como método de aproximarse a la verdad”. En virtud de este principio, “la estrategia de los dos grandes partidos nacionales españoles de tomar como aliados a las fuerzas separatistas para obtener el poder en vez de articular una gran coalición para defender la unidad nacional (…) carece por completo de racionalidad y no resiste un análisis crítico”.
-- En tercer lugar, “los científicos no son relativistas en el sentido moral ni epistemológico del término. Y no lo son porque creen que la verdad existe”. Por el contrario, “en la medida en que no hay una verdad (…) no caben límites a los disparates que el poder puede cometer”.
-- En cuarto lugar, “un científico nunca es rupturista ni adanista. Cuando elabora una teoría nueva sabe que (…) también es provisional e incompleta y que un día será destronada por otra más potente”. De esta manera, el científico político prefiere “la reforma creativa frente a la revolución destructora”.
Por último, en un guiño cómico, Vidal-Quadras señala la conveniencia de que un número creciente de científicos se incorpore a la política, “aunque sólo sea porque un científico en el supuesto de que llegara a La Moncloa jamás le diría a su cónyuge en la intimidad del tálamo: ‘no te puedes imaginar la cantidad de españoles que podrían ocupar mi puesto’. Y es que un científico puede perder en su tránsito por la política muchas de sus virtudes, pero siempre conservará el pudor a la hora de aventurar estimaciones estadísticas”, según Vidal-Quadras.
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Napoleón Bonaparte (apodado en su tiempo por: “El petit Cabró”
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