lunes, 15 de marzo de 2010

Soma


Una nevada previsible y de intensidad menor ha dejado sin luz a toda una provincia, mientras se multiplicaban unos fallos administrativos que –de las cárceles a los incendios- vienen de lejos. ¿Qué pasa con aquella Cataluña que fue ejemplar para toda España?“

"Que salgan de sí, que intenten imponer a los demás pueblos españoles su ideal de vida, que se esfuercen por ejercer una hegemonía espiritual sobre el resto de España”

Quien esto pide a los catalanes es nada menos que Miguel de Unamuno, en 1911, en el amplio tramo de una Restauración que vio nacer un catalanismo integrador, con vocación de eje de regeneración y cabeza de progreso para las regiones españolas, en definitiva, “Catalunya i la Espanya gran”.

- Sin duda, esa suma en positivo de Cataluña al conjunto de España, no dejó de ser vista en las distintas regiones españolas, muchas de ellas crónicamente atrasadas, como algo digno de admiración: era, en la realidad tanto como en el mito, la Cataluña burguesa, “industriosa”, modelo de eficiencia, espíritu comercial, laboriosidad y progreso tanto en artes como en una vida ciudadana más conforme al estándar europeo.

- Era una Cataluña en buena parte regeneracionista y regeneradora, la misma que todavía sorprendió al mundo –y a toda España- en 1992, perpetuando así cierto papel de tutela responsable para la modernización del conjunto del país, en una tradición de colaboración con hitos muy visibles, del reinado de Carlos II al de Carlos III, de la Restauración a Milá i Fontanals, Cambó, Tarradellas o Vicens Vives.

- De pronto, sin embargo, Cataluña parece en fase menguante en lo tocante a su tradicional eficacia, también en lo político: presos que huyen de las cárceles, el escándalo de ineficiencia administrativa a propósito de los bomberos muertos en Horta (auténtico escándalo y toma de conciencia en Cataluña), la tardanza y falta de coordinación para atender estas últimas nevadas, en principio fáciles de prever y de paliar, y con no pocos episodios chuscos en la aludida falta de coordinación, al margen del pitorreo general de que una ciudad como Barcelona impulse su candidatura a las Olimpiadas de invierno y termine colapsada por la nieve.

Especialmente criticados han sido Joan Saura, consejero de Interior famoso por una heterodoxia ideológica que no lo hacía idóneo para dicho cargo, y su secretario general, Joan Boada. El propio consejero Ernest Maragall definía el Gobierno catalán como “un artefacto inestable”. Sobre todo, es una administración cara pero tendente a escurrir el bulto: si Gerona no tiene luz, es porque la Generalitat no quiso asumir el coste político de la instalación de nuevas líneas.

- Al tiempo, mientras tales cosas ocurren en Cataluña, no pocos se preguntan si no habrá una enorme lejanía entre la ciudadanía y la clase política, con la insistencia en debates directa o tangencialmente identitarios, de las corridas de toros al Estatuto. Desde CiU, según ha sabido este confidencial de fuentes oficiales, se estima “un gran cansancio de la fórmula del Tripartito, la percepción de que es algo amortizado y perteneciente al pasado”.

Es lo que también se observa en las encuestas. Al tiempo, también señalan desde CiU que la ciudadanía percibe que “la Generalitat no está en ninguna parte”. Un síntoma de desaliento es su constatación de que la percepción negativa de la situación política aún dista de ser una ilusión por el cambio. Los mensajes preelectorales de la oposición –CiU, PP, Ciutadans- pasan precisamente por una vuelta a la política más real y tangible, con programas de corte más economicista que ideológico.

- Y es que en el electorado catalán, como señala Valentí Puig, “hay un hastío y una pérdida de autoestima cívica que se traducen masivamente al lenguaje mudo del abstencionismo”, abstencionismo, por cierto, siempre creciente, y muy notable, por ejemplo, en el referendo estatutario. Jordi Pujol también insiste en que “Cataluña no funciona (…) ha tenido una pérdida de prestigio y de autoestima, y ha retrocedido, perdiendo posiciones dentro y fuera de España”.

- Añádanse dos nuevos factores de turbulencia: la percepción de la clase política catalana como un ‘establishment’ transversalmente corrupto, y el surgimiento de un ‘pepito grillo’ sobre la inmigración, Josep Anglada, muy fuerte en zonas tan esenciales en Cataluña como la plana de Vic.

- Como fondo de esta marea política está un desgaste del catalanismo como capital de prestigio político y simbólico. Al margen de que definir la “cuestión catalana” “es cada vez más ímprobo, si consideramos el alto grado de autonomía de Cataluña, sus competencias educativas -por ejemplo- y el ámbito de su política lingüística”, el hecho es que el catalanismo como suma y con vocación de liderazgo, se ha degradado en la práctica, convertido en herramienta útil para la reivindicación, la autocompasión, la política ultraideologizada o, como se ha visto en los aludidos episodios del tripartito de Montilla, en una cobertura de la simple ineficacia.

... ... ...

No lo se, me llamó la atención este artículo en el confidencial digital. Ni si quiera se si trata de ser tendencioso con Catalunya o es objetivo. Tengo sensaciones. Desafección con la clase que nos gobierna, no lo se. Con todos, no lo se. Antes estaba orgulloso de vivir en Catalunya y ser Català. Ahora me siento inmerso en un país mediocre, lleno de mediocres, incluso hasta en la éstética mas absoluta.

Me relaciono a menudo con gente de fuera de Catalunya, y hablaba con orgullo de ella. En los ojos de mis interlocutores se delataba la sana envídia,y la admiración, ocultas las dos, a Catalunya. Todo ha cambiado, ahora solo veo indiferencia, reproches y desdén. No lo se, son sensaciones y a lo mejor cuando mis sensaciones no eran tan negativas como las actuales, la razón era un márketing acojonante, y todo era mentira, no lo se.

Son solo sensaciones. No tengo datos, ni información que me convenza ni de lo uno ni de lo otro, son solo sensaciones subjetivas en todo caso. Las mismas que cuando encontré este artículo en la red, y me recordó esas sensaciones otra vez.

Igual solo las tengo yo, y los que nos ven desde fuera. A lo mejor nos deben suministrar y administrar todos los políticos, algo de Soma. Son sensaciones, solo eso, o no... no lo se, cuando me haga efecto la Soma, miraré a ver que ha cambiado en Catalunya...



El soma es una droga que aparece en la novela Un mundo feliz (Brave New World) (1931) de Aldous Huxley, en la que los personajes la consumen y con la que curan sus penas, ya que en la novela el soma es una droga que todo el mundo toma cuando se encuentra deprimido.

Origen

Esta droga se basa en la droga soma, que utilizaban los bráhmanas en la época védica en la India. Más tarde se perdió el conocimiento acerca de esta planta, y actualmente no se sabe exactamente a cuál planta se refiere.

Detalles

En la novela se dice que un gramo de soma cura diez sentimientos melancólicos y que tiene todas las ventajas del cristianismo y del alcohol, sin ninguno de sus efectos secundarios.

En la obra se puede leer: «Si por desgracia se abriera alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre queda el soma: medio gramo para una de asueto, un gramo para fin de semana, dos gramos para viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna».

La droga parece poder ser destilada en casi cualquier alimento, así pues los personajes consumen helados de soma, agua con soma, solución de cafeína (café) con soma…

En la obra literaria la gente toma a menudo vacaciones de soma para encontrarse mejor anímicamente. A su vez, el Estado se encarga del reparto de esta sustancia a fin de controlar las emociones sentidas por los miembros de la comunidad con el fin de mantenerlos contentos, factor necesario para no poner en peligro la estabilidad de la tecnópolis (nombre de la ciudad de la novela).

En 1960, Aldous Huxley publicó Nueva visita a un mundo feliz. Dijo entonces que muchas de sus imaginadas truculencias de Un mundo feliz (1931) se convertían en penosas realidades con una rapidez que no había podido soñar

Napoleón Bonaparte (apodado en su tiempo por: “El petit Cabró”)

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