martes, 22 de abril de 2008

El delirio de los políticos

En una ciudad relativamente pequeña como Mataró nos conocemos “todos”, sobre todo en política. Las personas que tenemos inquietudes políticas más o menos nos conocemos, nos hemos visto en tal o cual acto, el amigo que lleva en esto más años que tu te cuenta quién es quién, ves debates en la tele y vas posicionandote a la hora de valorar a tal o cual persona políticamente.

La diferencia entre unos y otros está en según en que lado de la balanza están, si viven en el poder ves unas cosas, no necesariamente con cargo y sueldo hay muchos que no están pero se les ve el plumerito, y si están en la otra parte, léase oposición, ves otras. Los dos cometen errores, yo también, pero la diferencia de cuando no están en la pomada a cuando están, es realmente sorprendente. Los que suben a untarse en la crema tardarán más o tardarán menos pero todos, los aprendices y los que llevan tiempo siempre cometen los mismos errores, creerse dioses y alejarse de lo que pregonaban cuando su cuerpo no estaba cubierto de cremita.

Llega un momento en que quienes gobiernan dejan de escuchar al pueblo, darse baños de multitudes en las casas regionales o darse la vueltecita por un barrio concreto con algunos de sus militantes, desde luego no es escuchar al pueblo, se vuelven prepotentes, toman decisiones por su cuenta, sin consultar a las bases y sí a sus socios, porque piensan que sus ideas son las correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando que los que no están de acuerdo son “enemigos”.

Actitudes como las desarrolladas ayer en la opinión sobre el Conseller Baltasar tienen nombre, aunque no sea un nombre clínico, se llama síndrome de “Hubris”. Este problema es antiguo, no es de ahora. Los griegos fueron los primeros que utilizaron la palabra "Hubris" para definir al héroe que lograba la gloria y “borracho” de éxito se empezaba a comportar como un Dios. Como decía, el síndrome de “Hubris” no está reconocido por la medicina, pero sus síntomas son fácilmente reconocibles, no pongo nombres, pero me vinieron unos cuantos a la cabeza cuando leí un articulo sobre la cuestión, entre los síntomas destaca una exagerada confianza en sí mismos, desprecio por los consejos de quienes les rodean y alejamiento progresivo de la realidad.

Os dejo un extracto del artículo y sacar vuestras propias conclusiones, o poner nombres y apellidos, que como decía antes, a mí se me asocian varios al síndrome.

¿Con los pies en el suelo?

"Una persona más o menos normal se mete en política y de repente alcanza el poder o un cargo importante. Internamente tiene un principio de duda sobre si realmente tiene capacidad para ello. Pero pronto surge la legión de incondicionales que le felicitan y reconocen su valía. Poco a poco, la primera duda sobre su capacidad se transforma y empieza a pensar que está ahí por méritos propios. Todo el mundo quiere saludarle, hablar con él, recibe halagos de belleza, inteligencia… y hasta liga".

Esta es sólo una primera fase. Pronto se da un paso más "en el que ya no se le dice lo que hace bien, sino que menos mal que estaba allí para solucionarlo y es entonces cuando se entra en la ideación megalomaniaca, cuyos síntomas son la infalibilidad y el creerse insustituible". Para el doctor Franco, es entonces cuando los políticos "comienzan a realizar planes estratégicos para 20 años como si ellos fueran a estar todo ese tiempo, a hacer obras faraónicas o a dar conferencias de un tema que desconocen".

Tras un tiempo en el poder llegan a "sospechar de todo el que le haga una mínima crítica y a, progresivamente, aislarse más de la sociedad"

Pero no queda aquí la cosa. Tras un tiempo en el poder, los afectados por el 'Hubris' padecen lo que psicopatológicamente se llama 'desarrollo paranoide'. "Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias. Puede llegar incluso a la 'paranoia o trastorno delirante', que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga una mínima crítica y a, progresivamente, aislarse más de la sociedad. Y, así, hasta el cese o pérdida de las elecciones, donde viene el batacazo y se desarrolla un cuadro depresivo ante una situación que no comprende".

El hecho de que este síndrome sea tan común en política se debe, según este experto, a que "en otros ámbitos es más frecuente que el que esté arriba sea el más capaz, pero en política no es así, porque los ascensos van más ligados a fidelidades. El poder no está en manos del más capaz, pero quien lo ostenta cree que sí y empieza a comportarse de forma narcisista".
Aunque no faltan ejemplos entre los políticos españoles, Manuel Franco reconoce uno muy reciente y muy comentado en la campaña electoral. Se refiere a
la reforma del piso del Ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo.

"Sólo bajo la idea de infalibilidad y de creerse imprescindible, es decir, bajo una ideación megalomaniaca puede uno hacer una reforma de esas características dos meses antes de unas elecciones cuya victoria no estaba clara y que, aunque se diera, él podría no seguir. El sentido común le hubiese llevado a esperar a tener la confirmación de su puesto. Bajo la ideación megalomaniaca hace la obra sin reparar en más. Y en las explicaciones refería buscar la dignificación de la vivienda, dando la impresión de que su antecesora no la tenía digna. En realidad, lo único que estaba en su mente es que alguien tan importante como él no podía estar con menos".

Aparte de los síntomas evidentes, la neurociencia no ha encontrado aún las bases científicas que expliquen este síndrome. Además, como reconoce el doctor Franco, "es difícil tratarlo o evitarlo, sobre todo porque quien lo padece no tiene conciencia de ello".

En varias ocasiones he tenido la sensación la sensación de que entre los dirigentes políticos se extiende un tipo de patología que hace que su vida, su mundo y su visión de las cosas sea casi lo único que son capaces de percibir. Te escuchan poco, hablan mucho y hasta se extrañan si les das una opinión que no coincide con su visión de las cosas. En realidad te convierten en sustituto del espejo, porque en el fondo, lo que quieren es escucharse a sí mismos.


Lo dicho yo conozco varios/as con el síndrome.

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